Rafael Hanuman

El periodista Paulo de Tarso trabajó para la red de periódicos de Santa Catarina, perteneciente a la Rede Globo Comunicaciones.



Y, siendo un hombre íntegro, se negó a dejar de ser periodista para convertirse en influencer, es decir, un propagandista disfrazado de periodista.



No solo fue despedido, sino que también le impidieron conseguir cualquier otro empleo. Así es en Brasil desde el golpe militar de 1964.



Todo proviene de la masonería. Nada funciona sin la masonería. Hoy más que nunca. Pero en aquella época de la foto ya la situación era similar.

Y quien se opone, queda en una situación bastante difícil. En los últimos 10 años, el promedio es de 100 mil desaparecidos declarados por año en Brasil. Aparte de los no declarados.



Aparte de los no declarados. Aparte de los accidentes. Aparte de los que entran en los hospitales con gripe y mueren por causas desconocidas.



El periodista Paulo de Tarso murió en la miseria. En sus últimos días fue mi buen amigo, ya que yo pasaba por una situación similar.

Dije que no entregaría mi know-how de la industria textil a esa clase de mafia disfrazada de entidad asistencial.



Él me dijo que encontrarían una forma de extorsionarme. Yo le respondí que no. Y, viendo su situación, evalué irme.



Y me fui. Encontré la forma. Y ahora que he vuelto, ya no hay nada que me extorsionen, porque la partida de ajedrez ha terminado.

No ha terminado la partida geopolítico-económica, pero, como en el ajedrez, se puede decir que ya ha acabado.



Y, de nuevo de partida, mi plan de fuga tiene el nombre en clave de Paulo de Tarso.



Sr. Paulo, lo echo de menos, y sigo firme en la lucha.